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EDITORIAL

 

Este mundo invisible, cuyo velo es el mundo real, posee sus trampas y sus abismos [...]. Lo recorren espíritus de mentira y de perversidad, y hay en él ángeles negros y blancos, potencias rebeldes y potencias sometidas, fuerzas benéficas y fuerzas nocivas. La base de la escalera mística, cuya cima se sumerge en la luz eterna, está asediada por las tinieblas.

Théophile Gautier, Spirite

 

El 22 de Junio de 1993 se presentó la revista Avatar de Arte y Humanidades, en el Motel Empordá de Figueres con motivo de la cena anual que celebramos y aun lo hacemos los miembros de Opción Intermedia de la Escola Massana.(1)

En la editorial del primer número se decía lo siguiente:

Después de un tiempo de trabajo fragmentado en el mundo del arte y de escritura diversificada, las cosas empiezan a tener algo en común. Es obvio que cuando sucede esto no hay que perder la oportunidad y entonces los indicios de una preocupación manifestada poco a poco durante mucho tiempo se reúnen solos, se organizan de una manera calidoscópica. No queremos con esta revista dar la sensación de que solo hemos sumado reflexiones sobre el sentido del arte ,como el que junta” paraguas con máquinas de coser” tal como pretendían los surrealistas, nuestra intención de reunir fragmentos dispersos es paralela a la necesidad de reflexionar sobre la ley y lo conveniente en el arte contemporáneo. Esta es nuestra ocupación más clara y parecería una contradicción que lo hiciéramos a base de sumar fragmentos aleatorios. Hemos utilizado el término Avatar por un deliberado juego de ambigüedad pues representa muy bien estas dos direcciones.

Por un lado, es un elogio de la diversidad y el azar que parece dominar los actos de los hombres, el hacer de los hombres y por lo tanto como una inevitable mención a lo circunstancial, a todo aquello que sucede a menudo de modo súbito, los avatares de la existencia, se suele decir. Esta es una acepción común que no contradice no pugna con la siguiente del término. La segunda acepción de Avatar, nos la presenta como un canto a lo necesario, a lo que hay que hacer, a lo conveniente. Eso no quiere decir que aquí se ofrezca un tratado de buenas costumbres y la vulgar argumentación que consiste en apelar al sentido común cuando las cosas están tomando un rumbo de desequilibrio azar y descontrol. Se deduce que estamos obligados a seguir caminos en los que se entrecruzan siempre los senderos  del azar y de lo necesario

 La última deriva del término, quizá su primer origen proviene de la lectura del libro Avatar del postromántico francés Teophile Gautier publicada en 1856. Esta novela, publicada en una revista, nos alza al universo de lo extraordinario que menciona la necesidad de apelar a lo que debe ser desde la perspectiva mítica y de los dioses no solo de los hombres y este aspecto de corte épico o mítico. La curiosidad por la tradición oriental de Gautier, similar a la nuestra, le lleva a utilizar la palabra avatar como el signo de la travesía, por la movilidad de un trazado vertical de arriba abajo, de descenso. Es un término originario del hinduismo clásico vishnuitá que menciona la disolución o la catástrofe final por la cual el universo creado por Brahma desaparece. En este término hay alusión a un orden necesario que va a ser restaurado por alguien de naturaleza divina y que propone una gran renovación basada en la memoria de lo necesario, para ello se menciona la Encarnación o la manifestación de un Dios en forma animal humana o mixta, de un Dios que viene a restaurar el orden de las cosas recordando a los hombres la verdadera doctrina de la salvación. Se habla sobre todo de los nuevos avatara de Vishnu que pueden ser concebidos como la emanación o la Encarnación de la divinidad en gran variedad de formas.

Esta definición de corte mítico parece entrar en conflicto con el sentido común antes aludido, pero, como sucede con todo, se produce un cruce necesario entre dos planos diferentes, pero similares: por un lado, la ciencia natural y el espíritu ordenador del hombre que ha sido tan importante para la historia clásica del arte y que establece planos horizontales, que pueden proceder del estudio riguroso de la naturaleza y de las leyes físicas y por otro el espíritu romántico en el que habita la ciencia mítica, la imaginación, el caos que establece lazos verticales y nexos entre el cielo y el infierno.

 

(1)  Debido a su éxito de taquilla y de crítica, la película Avatar (2009), del cineasta estadounidense James Cameron, se ha convertido en un hito del cine fantástico que agrada tanto a jóvenes como a adultos. Pero su argumento no supone nada nuevo en el contexto de la ficción fantástica, porque, antes de que nos deleitásemos con las aventuras en el futuro de un joven ex soldado que, en un planeta lejano aún por colonizar, transfería su personalidad al cuerpo de un alienígena, Théophile Gautier nos contó en su novela corta Avatar las desventuras que le sucedían a otro joven, un francés del siglo XIX, tras apropiarse del cuerpo de un aristócrata polaco para conseguir a la dama de la que se había enamorado.

(2)   En Internet y otras tecnologías de comunicación modernas, se denomina avatar a una representación gráfica que se asocia a un usuario en particular para su identificación en un videojuego, foro de internet, etc. El avatar puede ser una fotografía, icono, gif (animado), figura o dibujo artístico y puede tomar forma tridimensional, como en juegos o mundos virtuales, o bidimensional, como icono en los foros de internet y otras comunidades en línea.